Todos los años las mayores del hockey de Hebraica
someten a las debutantes de Primera e Intermedia a un “bautismo” del que no
zafa nadie y este 2013 no fue la excepción. La consigna para las peques era
vestir sus peores pilchas y esperar lo peor.
Después de los
partidos disputados con Hacoaj el 13 de abril, que fue la primera fecha que las
Celestes hicieron de local, las menores, debutantes en Primera e Intermedia, se
quitaron las canilleras, los botines y largaron los palos, para vestirse adecuadamente
y dar inicio al bautismo. Las chicas enfilaron algo temerosas al tercer tiempo en
donde se desarrollaría la primera parte del ritual.
Habían sillas
para cada una de estas jugadoras: Sofía Segalis, Julieta Lumainsky, Julieta Apfelbaum,
Elizabeth Salem, Florencia Duek, Solana Jabaz, Micaela Duek, Tatiana Ant y
Marina Kleiner. Pese a las quejas y llantitos de las pibas, Victoria Ruzal se
encargó de teñirles el cabello en tono “rubio rocho” y tras 20 minutos el pelo
decolorado se hizo presente ante la mirada del entrenador, Hernán Gomez, que
estaba obligado a dejar afuera del plantel superior a quien se niegue y no se
deje bautizar.
Luego de un
break, donde se compartió con las chicas de Tigre un amistoso y cálido tercer
tiempo, las mayores de Hebraica retomaron la última parte del bautismo que
prometía ser duro e inolvidable. Lucila Sanchez se puso al mando del ejercito
de jugadoras que iban armadas con artillería pesada (harina, huevos, yerba,
aderezos, aceite, tuco, espuma, baldes de barro, etc.) y
guiaba a la fila de sometidas que iban con ojos vendados por un camino que
simbolizaba el duro recorrido que un deportista debe hacer para jugar en Primera
División.
Dicho sendero
culminaba en una pasarela de plástico llena de aceite y detergente donde se
bombardeaba a cada una hasta que lograban salir como podían, dándole fin a la
masacre y a una hermosa tarde compartida entre todo un plantel que cada día se
afianza más tanto social como deportivamente.
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